Primera parte: referencias sobre el autor
Mary Louise Pratt es una erudita de renombre en el campo de la lingüística y los estudios sobre el feminismo, la cultura y la teoría poscolonial en América Latina. Oriunda de Listowel, Canadá, donde nació en 1948, se licenció en literatura y lenguas modernas en la Universidad de Toronto en 1971. En 1975 obtuvo la maestría en lingüística en la Universidad de Illinois (Urbana) y un doctorado en literatura comparada en la Universidad de Stanford. Comenzó su labor docente en Stanford en 1976 y se ha desempeñado como catedrática de literatura española y portuguesa y literatura comparada desde 1989. Actualmente dirige el departamento de lengua española y portuguesa.
En 1990 fundó el Archivo Popular de la Mujer -que dirige actualmente- en la Universidad de Stanford, en la que toma parte del Directorio Ejecutivo del Centro de Estudios Chicanos. Frecuentemente pronuncia conferencias sobre temas afines, incluyendo sociolingüística y la transculturación.
La bibliografía de Mary Louise Pratt incluye las siguientes obras:
Toward a Speech Act Theory of Literature Discourse, Bloomington: Indiana University Press, 1977; Linguistics for Students of Literature con Elizabeth Closs Traugott, Nueva York: Harcourt Brace Jovanovich, 1980; Amor Brujo: The Image and Culture of Love in the Andes, con Luis Millones, Syracuse University: Foreign and American Studies Publications. Amor Brujo también fue publicado como una monografía en español, Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1989; Women, Culture and Politics in Latin America, de la que es coautora junto con los integrantes (ocho miembros) del Seminario sobre Feminismo y Cultura en América Latina, Berkeley: University of California Press, 1990; e Imperial Eyes: Travel Writing and Transculturation, Londres y Nueva York: Routledge, 1992. Actualmente está trabajando en un libro titulado Mujer y nación: historia de discursos.
Segunda parte: Referencias sobre la obra
- Título de la obra: “Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación” (Imperial eyes. Travel writing and transculturation)
- Fragmento extraído del capítulo 2: “Ciencia, conciencia planetaria, interiores”.
- Editorial: Routledge. 1992.
Tercera parte: Relacionar el texto con el ensayo de Güichal
En el texto de Mary Louis Pratt se plantea el surgimiento de una “conciencia planetaria” por parte de la sociedad europea, que tiene lugar en el Siglo XVIII. Esto es posible a partir de dos eventos importantes y fundamentales: La expedición de La Condamine y la publicación del libro “Sistema Naturae” de Carl Linneo. El primer evento es importante porque consta de uina expedición científica que se realiza para recorrer, conocer y hacer un relevo de diferentes áreas del continente americano. A partir de este viaje, se pretendía hacer un corpus detallado que ordenara todo lo que había sido visto en aquel viaje. El segundo evento es igual de fundamental debido a que consiste en un innovador sistema creado por Linneo para registrar todas las especies vegetales existentes. Esta obra permitió un gran avance en lo que fue la “herbolaria” como así también en los viajes científicos que se realizaron posteriormente con el objetivo de registrar y ordenar especies a observar.
Ahora bien, este texto tiene cierta relación con “Una metáfora viva”, de Cecilia Güichal. En primer lugar, la idea de que “todo viaje implica nombrar. Nombrar es ordenar”[1] se hace evidente en los eventos analizados en el ensayo de Pratt. En la famosa obra de Linneo lo que se hace es nombrar y ordenar un sinfín de especies vegetales conocidas y desconocidas según su género, seguido por su especie y por todas aquellas características que las distinguieran de otros géneros. Esta nueva forma de orden provocó un cambio rotundo en lo que se consideró como “historia natural”. En la expedición de La Condamine, por su parte, se generó un avance en lo que se denominó “literatura de viajes”, ya que a partir de ese viaje se produjeron obras y textos de variados géneros. El corpus resultante de aquella expedición incluía: “(…) textos orales, textos escritos, textos perdidos, textos secretos, textos robados, abreviados, traducidos, antologazos, plagiados; cartas, informes, relatos de supervivencia, descripción cívica, narraciones de navegación, monstruos y maravillas, tratados de medicina, polémicas académicas, antiguos mitos vividos e invertidos”.[2]
Por otro lado, en ambas empresas aparece una problemática relacionada con la imposición o el poder, de la cual Güichal habla en su “Metáfora viva”: “(…) Nombrar es ordenar. A veces es un ejercicio violento de poder. Es evidente en el caso de los nombres impuestos por los “descubridores” a los lugares que, por supuesto, estaban habitados y por lo tanto ya tenían sus nombres”[3]. Lo que surge es pensar en las consecuencias directas de la transculturación. Lo que subyace a este fenómeno, los costos que éste tiene, es que a partir de dicha transculturación se produce una relación asimétrica de poder. Es decir, se hace efectivo el dominio hegemónico por una de las dos partes.
Dos ejemplos de cómo se desarrolla este proceso son la expedición de La Condamine y del “Sistema Naturae”. Tanto uno como el otro se producen en contextos de “choque cultural”, de transculturación. Ambos generan una relación asimétrica de poder: un grupo de gente (nativos) que ven llegar a otro grupo (los científicos) totalmente diferente, cargado de aparatos extraños y cuyos integrantes miden, controlan, anotan.
Luego lo más fuerte: este último grupo designa con nombres a lugares y especies ya conocidos y nombrados anteriormente por los nativos, que pasivos y casi inconscientes observan el proceso de dominación hegemónica, el cual se hace inmediatamente efectivo en aquellas miradas sorprendidas. Se pasa por alto una cultura, una lengua que designa y nombra, para significar lugares y especies con palabras europeas. Lo profano pasa a ser religiosamente aceptable.
Algo interesante a observar en los hechos desarrollados por Pratt es lo que Güichal explica en el siguiente pasaje: “(…) los viajes contienen esa tensión entre mapa y territorio. Se prevé un itinerario, pero en un verdadero viaje siempre ocurre otra cosa”. Es llamativa la cantidad de textos que surgieron a partir de desviaciones imprevistas por la expedición de La Condamine. Así también es atrayente pensar cómo un viaje con ciertos objetivos termina siendo algo que uno no espera, con metas impensadas que se cruzan en el camino. ¿Cuántos textos podrían haber existido si el viaje se hubiera desarrollado como el viajero esperaba, y cuántos terminaron creándose con esos nuevos y sorpresivos finales?
Pero, ¿cuántos textos precisaron de la existencia de un viaje previo (o simultáneo)? Es verdad que sin viaje no existe narración, y de hecho sin ambos viajes ni el texto de Linneo ni el confuso y multifacético corpus de La Condamine hubieran existido. En ambos casos era indispensable la observación, la exploración en lo desconocido para poder luego pensar un texto.
Ahora, no siempre la exploración, el viaje, consta del traslado físico. ¿Qué sucede cuando el viaje es interior? Lo que sucede en el caso de la expedición de La Condamine y de Linneo es la generación de una nueva conciencia planetaria a partir de un doble viaje: por un lado hay un viaje físico, conocido. Pero también se hace un viaje introspectivo, se identifica un nuevo ser humano a partir de un contacto con otro. Es decir, hay un viaje físico que genera un contacto, un choque cultural inusual y que a su vez posibilita la partida hacia otro viaje: el conocimiento de uno mismo. De uno mismo en el otro. Cuánta razón tendría Todorov al pensar que podemos vernos a nosotros mismos a partir del reflejo en el otro…
¿Qué habrán sentido quienes, habiéndose involucrado en esos viajes (La Condamine y Linneo), leyeron luego alguno de los tantos textos resultantes? “Una profunda impresión de deja vu acompaña al lector que recorra de manera transversal otros textos de viaje”. Debe ser, como dice Güichal, que el relato de viaje genera en quien lee esa sensación de haber transitado esos lugares previamente, aunque no sea de manera física. Algo similar debe haber ocurrido con los estudiantes de Linneo que produjeron textos similares a los de su maestro. Quizás le sucedió a quien posiblemente pudiera haber encontrado los textos que Joseph de Jossieu dejó perdidos en Quito, cuando sus compañeros decidieron enviarlo de vuelta a Francia debido a que la expedición de La Condamine había acabado con su salud mental.
En definitiva, claramente puede verse en el texto de Pratt un puente con ideas expuestas por Güichal: la construcción de un texto a partir de un viaje, el viaje asociado a la introspección, al contacto y conocimiento del otro, el viaje a través de un texto. Ningún viajero de la expedición de La Condamine, ni siquiera el propio Linneo imaginó que podía generar en los demás tal efecto con esas ideas. Tal vez ninguno creyó que podía generar tales ideas, simplemente emprendió el largo y difícil viaje de escribir.
Cuarta parte: ¿En qué sentido influye el texto en mi propio proyecto de ensayo?
Esta lectura hace más fuerte la búsqueda de un objetivo a pensar, relacionado con el viaje con fines etnográficos. Pienso en todas las idas y vueltas que puede tener una etnografía que se produce mediante un viaje. Pienso también en la difícil posición del observador. La tensión presente entre la objetividad y la subjetividad es algo que subyace a lo que leí de Pratt, que subyace en realidad a cualquier lectura científica (o no). Dicha tensión hace ruido en mí, y cada vez que leo un texto de esta clase lo pienso más. Excede muchas veces a mi entendimiento, pero a la vez me intriga.
Hay reflexiones que gracias a esta lectura han echado raíces, sólo es cuestión de tiempo. Estoy en la búsqueda de un texto que inició mis reflexiones acerca de esta tensión planteada en renglones anteriores. Hay algo que se germina pero que necesita más tiempo, quizás. Igualmente, el texto de Pratt impulsó aún más esta necesidad de pensar más sobre todo esto.
[1] “Una metáfora viva”, Cecilia Güichal. Pág. 1.
[2] “Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación”. capítulo 2: “Ciencia, conciencia planetaria, interiores”. Pág. 50.
[3] “Una metáfora viva”, Cecilia Güichal. Pág. 1.
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