lunes, 12 de mayo de 2008

Argumento (Parte III)

Querida Helena,
Si estás leyendo esta carta, debe ser porque tu asombro te sobrepasa y lo entiendo. También comprendo tu resentimiento si lo hay. Para todo tengo una explicación posible, que quizás no te satisfaga pero es sincera.
¿Recordás la última pelea que tuvimos, antes de mi partida? Tenías razón cuando dijiste que algo debía cambiar, y por ese motivo me fui. Me sentía insatisfecho sin saber por qué, y eso me sumió en una tristeza enorme. Peor estaba cuando te sentía cerca, porque siempre imprimías en el ambiente una extraña sensación de sosiego, que se expresaba en tus ojos y en toda tu forma. Era algo que sólo vos hacías, dotabas cada espacio con cosas tuyas, cosas que amabas darme. Y yo sólo te opacaba, con mis inconstancias y mi monotonía. Me volví alguien que no quería ser, que vos no merecías que fuera. Siento enormemente esto, porque sé que te lastima tanto como a mí. Me diste todo lo que estuvo a tu alcance, pero yo no podía hacer lo mismo.
Estar en Buenos Aires separado de vos me fue imposible de tolerar, ya que cada rincón de la ciudad guardaba una historia nuestra, un recuerdo, una canción, un olor, algo que te hacía resaltar entre mis pensamientos constantemente. Así que me vine a España, a lo de mi primo Marcos, ¿te acordás? Me recibió con los brazos abiertos como siempre, y aunque también lamenta lo sucedido, se ofreció a hospedarme el tiempo que fura necesario. Me puse a trabajar en su restaurante y acá continúo.
No sé aún cuando volveré, simplemente quería transmitirte las razones de mis actos. De algo estoy seguro, y es que no quiero que se borren tus rastros de mi. Entenderé tu silencio si no hallo una respuesta a mi carta, pero me gustaría saber si estás bien, me aterra enfrentarme a la incertidumbre de no sentirte más. Sin más para decir por ahora, lo que siento ya lo sabés.
Martín.

No hay comentarios: